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Un Día Normal |
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De la vida de una pregonera A NORMAL DAY: THE LIFE OF THE STREET NEWSPAPER SALES PERSON |
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03.00 AM. Su jornada laboral empieza muy temprano en la madrugada, cuando el cielo todavía esta oscuro y el aire frió y puro, cuando casi todos nosotros estamos en nuestras calientes camas y nos estamos volteando sobre el otro lado para agarrar un nuevo vuelo de sueño.
DH., la muchacha de nuestro artículo, vive lejos de Caracas, en Los Teques. Su despertador es el televisor. Se levanta, se lava la cara y los dientes, se viste rápido, se pone un jeans, zapatos cómodos, franela, impermeable, agarra su moral, una botella de agua y sin comer nada, camina las angostas calles hasta llegar a la parada. Espera y sube la primera camioneta que baja a Caracas y que la deja, después de un viaje de media hora, en la estación Terminal de la Yaguara.
De allá espera el metro y viaja hasta el Parque del Este, que es centro de distribución. Un autobús fleteado por la empresa, sin distintivos, los espera, junto a paquetes y paquetes de periódicos recién impresos. El olor a tinta y papel llena el autobús. Se engranan en sencillas y cortas conversaciones (small talks) con las otras promotoras, como a ellas mismas les gusta llamarse en público.
05.00 AM. Muchos de nosotros todavía dormimos. El autobús fleteado por la editora empieza el sinuoso recorrido por las desérticas calles de Caracas, dejando a cada promotora en su lugar de trabajo. Algunas, cuyos trabajos son mas lejos, como Prados del Este, La Trinidad, el Hatillo, intentan de dormir un poco, con las cabezas contra las ventanas y reorganizar el metabolismo de sus cuerpos femeninos, que sufre y esta al limite debido a la falta del sueno regular para un ser humano. Otras no pueden dormir, porque su puesto de promoción (trabajo) esta cerca y solo les queda mirar por las ventanas, la ciudad que recobra vida, en las tempranas horas de la mañana.
A veces el lugar donde las deja no esta cerca del lugar donde deben distribuir el periódico y las jóvenes deben cargar con los pesados bultos de 50 periódicos. Con los bultos debajo de algún árbol y/o otra protección en contra de la lluvia y de los elementos de la naturaleza (sin hablar de ladrones), empiezan a distribuir su mercancía.
05.35 AM. La gente que pasa por sus áreas de trabajo las conoce, la llaman por nombre, conversan con ella cortas frases, hasta que el semáforo se cambia de rojo a verde. Unos les traen frutas y hasta comida y desayuno. Otros les dan una propina. Sin embargo sus caras son el primer contacto de segundo y tercero grado que los compradores tienen en su mañana de trabajo.
Las mañanas pueden ser frías, con neblina, lluvia o con un sol ardiente. Todo esto lo deben soportar sus pieles ya quemadas por el sol tropical. No hay crema de protección que pueda tener algún efecto positivo sobre sus bronceadas carras y las compañías farmacéuticas deberían considerar seriamente tenerlas como promotoras de los mas fuertes bloqueadores solares del mercado.
Igual, sus cuerpos y ropa deben resistir al viento, lluvia, polvo de las calles y sus respiraciones inhalan aire viciado con un alto contenido de oxido de plomo que los automóviles dejan en su camino. Las calles son también ruidosas y muy peligrosas. Esquivando con agilidad y delicadeza, hacen sus piruetas, cargando los pesados periódicos, están al son de la música sin sonido de los semáforos. Es como un orquestado programa de baile sobre hilo que tiene entre 30 y 45 segundos de música, hasta que las luces se cambian de rojo a verde, de verde a rojo y el tráfico avanza lentamente.
Esto el medio de trabajo hostil y peligroso de las promotoras de publicidad impresa.
06.00 AM-09.00 AM. Hora pico. Algunos de los puntos de distribución callejera son aislados y solo una sola marca de periódico es vendida. En otros puntos, la competencia esta del otro lado de la calle y a veces andan juntas, y solo la calidad editorial y la belleza de la promotora hacen alguna diferencia en la escogencia de la casa editorial a la hora de comprar el periódico. En las buenas o en las malas, a veces andan juntas, hablan y conversan, son amigas, cambian sencillos para el vuelto, comen juntas y se hacen la segunda, guardando los bultos y los periódicos sin vender, cuando deben irse al baño (que a veces esta lejos 50-100 metros en cada sentido).
El es único punto de la larga cadena de distribución, donde las casas editoriales, de otra manera operando sobre una reciproca y organizada ignorancia corporativa, se unen. Estas débiles falanges de los altos edificios de cementos y vidrios de las corporaciones editoriales, hacen su trabajo de hormiga de una manera ejemplar, sin quejarse a nadie de las asperidades del clima y la peligrosidad del tráfico.
Por Bs.300 de margen de ganancia, deben vender entere 100-120 periódicos al día. Sin tener chalecos fosforescentes y otros materiales que las hagan visibles en el tráfico, enfrentan a diario su ardua tarea.
De un lado están libres por unos momentos hasta que el supervisor pasa de nuevo ver a sus abejas trabajando el campo.
Hacen amistades en los supermercados y las tiendas de las estaciones de gasolina, cuyos baños usan a diarios. Son también clientes de los mismos, así que nadie les puede rehusar este favor.
De sus sueldos (Bs. 300 x numero de periódicos vendidos), se compran el desayuno, el agua (se traen agua con ellas, pero después de 2-3 horas, todo se agota), los helados, las chuchearías y las golosinas que a diario comen, sin tener una dieta balanceadas. Descontando el costo del transporte desde y hasta el Parque del Este, su hub diario, sus compras, de sus 20-30.000 Bolívares, que tan arduamente ganan a diario, no les queda mucho para vivir. Es solo un mirage trabajar al nivel de las calles, en la selva de acero, cemento, sol y humo que es a veces esta infernal ciudad.
Hace meses leí un artículo en un periódico americano, donde relataban sobre los accidentes mortales de los vendedores ambulantes de periódicos en los semáforos y las encrucijadas de las vías americanas. Solo en el condado de Dade y Broward, en Florida se registraron alrededor de 15-17 muertes en los últimos cinco anos y varios accidentes graves. No tengo las estadísticas de Caracas, pero seguro hay accidentes y victimas en este peligroso trabajo, como en cualquier otro. Cada unos tiene sus riesgos. Las compañías asegurados forzaron a los dueños de periódicos a proveer a los promotores americanos con franelas fosforescentes (cada periódico tiene su color distintivo), gorras y chalecos con materiales fosforescentes, de los mismos tipos que los agentes de trafico vial y los policías usan. Por unos instantes fueron tomados en cuenta por las corporaciones. Pero solo por un instante.
12.00 M. Sus días de trabajo y promoción (use este titulo, porque muchas de ellas me dijeron que el termino pregonero/a no les gustan) termina cuando el mismo autobús los recogen al medio día. Unas se quedan hasta las 2-3 de tarde, intentando prolongar la agonía, para vender más, si no han tenido la suerte de colocar su tajada diaria de periódicos (100-120). Si cumplen la cuota, esta chévere; si no, esta mal, porque el día se termino, el trafico esta liviano, hay muy escasos clientes y no hay mas ingresos. Por lo general no tienen seguro de vida, seguro social, sueldo base y en la mayoría de los casos, ninguna otra compensación material.
Ya, a esta alturas, están muy cansadas, doloridas, fastidiadas, con la atencion disminuida, bañadas en el sudor del día, llenas del polvo y óxidos de los escapes de los carros y autobuses, sencillamente terminadas, para poder tener otro trabajo, que podrá compensar sus ingresos familiares. Muchas son madres solteras y deben cuidar de sus jóvenes niños, teniendo de este trabajo, la promoción de la noticia impresa, sus únicos medios de sustento económico. Este ritmo y secuencia diaria se prolonga por 5-7 ciclos cada semana, dependiendo de grado de enredamiento financiero de cada promotora.
15.00 PM. Su jornada termina en la tarde en el mismo punto que empezó, el Parque del Este. A esta hora la ciudad es un volcán ardiente (o un caldero húmedo por la lluvia) y un infierno de carros, calor, polución y ruidos. No hay nada de la relativa tranquilidad y la frescura de la temprana mañana.
Cada una se va a su casa y otros destinos, hasta el siguiente día, cuando temprano, muy temprano, empieza su trabajo de promoción. Después de horas en trafico de regreso, cambiando sin numero de carritos, camionetas, jeeps, llegan a sus casas, recojan sus jóvenes crías desde las guarderías (cada guardería infantil cobra ente 160.000 y 190.000 Bolívares al mes) y empiezan la sin fin tarea del hogar, preparar comida, lavar y limpiar.
17.30 PM. Las torres de cemento y vidrio de las corporaciones, con aire acondicionado, alfombras americanas de alto trafico, sofisticadas maquinas que dispensan gratuitamente café de diseñadores, botellones de agua mineral fría, comedores corporativos, computadoras conectadas a Internet, ascensores de lujo y estacionamientos techados, siguen de pie y creciendo, a veces (creo), sin tener alguna percepción de sus cotidianas e importantes existencias y de su arduo trabajo de promover las noticias y la publicidad impresas (las pregoneras).
La ultima cosa que hace en el día, antes de acostarse totalmente exhausta, es chequear que el reloj despertador esta fijado a 03.00AM.
Caracas, 01.02.2004 NOTA IMPORTANTE: ESTE ARTICULO NO HA SIDO ACEPTADO PARA PUBLICACIÓN POR EL UNIVERSAL Y POR EL NACIONAL / VENEZUELA, DEBIDO AL CARÁCTER DIRECTO E IMPLÍCITO DEL MISMO.
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